Canto primero
Nubló la verdad así declarada:
mi confesión sincera,
secreto revelado,
como la ley sagrada.
Te fuiste dudando si te quería,
sin leer en la última página
que mi vida ya no era muy mía,
siguió tu canto, sirena hipnótica,
y nunca jamás la devolverías.
Debí devorar tus collares bellos
Apetito inspirado
en la avidez eterna
de recorrer tu cuerpo.
Y así acecharías próxima siempre,
como loba ofendida al acecho
ante mi vientre, carroña latente,
al asalto estepario de venganza,
anhelando abrirme vivo y caliente.
Canto segundo
Anda, ven ahora a por ellos.
Que el océano son sólo mis lágrimas
y no habrá ojos que lloren cuando te vean.
Fondea con la primera marea.
Que los continentes son hielo a la deriva
llamados al encuentro por la fuerza del viento.
Ven ya, qué más esperas.
Que el futuro somos tú y yo
haciendo girar el mundo a la inversa
deteniendo la noche y el día con cada vuelta.
Anda y fíate de mis letras,
de mis silencios y de las ausencias
que el amor soy yo mismo expresado de esta manera.
Canto tercero
Dame mi vida,
que yo te daría aquellos collares
Mientras, aquí te sigo mirando
¿dónde está entonces mi recompensa?
Si no pienso en ti, siento el eco en mi cabeza
¿Qué es mi vida sin tu presencia?
¿Dónde está la prenda?
¿Qué hay pues de tu primavera?