Bienvenidos a Cartas desde el pozo. Pronto se os acostumbrará la vista y confirmaréis que aquí las paredes rezuman agua insalubre y el suelo de cantos y guijarros entorpece el movimiento. Sin embargo, algunos hemos dado con un rincón donde sobrevivir. Allí sonreímos a la tragedia, labramos la ciénaga para cultivar comedias, y nos hemos conjurado para que el esperpento sea nuestra rutina. Seguidme y os conduciré hasta el lugar del que os hablo.

Todos arrojáis vuestros desperdicios al pozo: lo que os obsesiona, lo que no os atrevéis a mostrar, lo que no debería haceros reir pero inevitablemente os provoca carcajadas incontenibles... lo que os impide ser normales. Bajad y descubriréis que estáis descartando la mitad de vosotros mismos. Posiblemente, la mejor mitad.

El código del pozo

En Cartas desde el pozo sólo hay una regla: expresamos ideas, sensaciones y sentimientos por medio de palabras, pero evitamos la pedantería, la chabacanería o el exceso de afección.
Aquí caben todos los registros, pero no atormentes con tu tormento ni intentes hacer reír con esa broma que ahora triunfa en los bares. No buscamos eso.
Y a la derecha, Lo que cae al pozo, nuestra sección de objetos perdidos que merecen ser rescatados del olvido.

Si quieres publicar o sugerir objetos, escribe a
cartasdesdeelpozo@ya.com

martes, 29 de julio de 2008

Viene del norte: poema con dos significados

Gracias, N., por tu significado

Qué virulento se ha despertado el mundo/deseo esta mañana
Qué desasosiego, es más que simple relente
Viene del norte, como en aquel invierno pasado
que tres corazones murieron helados, a la intemperie
Tranca pronto esas contraventanas que golpetean
Van a desgüajar las llagas de la piedra de mis palabras/entrañas.

Cierra ya, niña, que entra corriente
Amenaza con llevarse tu brillo/flor
Volarte la melena al viento

Pero no sonrías con ese gesto de niña traviesa/boba
Ay, tú no me engañas
Ayer dormiste mirando a la luna
Con tu alma/cuerpo de par en par
Serena/desnuda, sin una mala sábana
El viento/deseo penetrante del norte sopló sobre tu piel
Y tu cuerpo/lirio blanco, terso y entero
Ha amanecido flor de otoño/mandrágora dehojada

jueves, 24 de julio de 2008

La sombra de aquel apeadero

Es sólo más temprano que la noche
y sólo más fresco que el pleno agosto.
La luz sobre la ventanilla del vagón,
se desbanda entre coronas y anillos de polvo,
y aturde como un caleidoscopio multiplicado.

Al fin alivia la vista un haz precario de sombra,
un respiro clarividente a cobijo de aquel apeadero.
Alzo los ojos libres, desciendes y te veo pasar.
(Te quiero) cuando la marcha vuelve a dejarme ciego.

Que falta hará abrillantar ahora el cristal
o forzar la senda del sol a mi espalda
si por el escueto callejón de penumbra
tengo la breve instantanea que eternamente buscaba.

Ya puedo cerrar los ojos mientras el tren avanza.

jueves, 17 de julio de 2008

De buena mañana

Hoy me he levantado muerto.
No cansado, pero seco.
Con agilidad de felino, sí.
Con hambre atrasada. Correcto.
Pero no vivo. Más bien deceso.

Ya no me llega voluntad al cerebro
ni sube sangre a los ánimos
ni baja amor al intestino grueso.
Que de ancho se quedo en nada,
en entraña que se hace delgada.
Como cuando prometí confesarte aquello
y aquello quedó en simple abrazo.
Enjuto y esmirriado.
Y mi ilusión que no pasa.
A ratos empujo y parece que fluye,
pero las más de las veces se estanca.

Y se pudre y se hace veneno:
ponzoña para cargar la pluma
y escribir de buena mañana
que otra vez amanecí muerto.

miércoles, 16 de julio de 2008

El trayecto de cada día

Cito al tren en los medios
a las siete y pico en Príncipe Pío.

Un móvil llama a su dueño
(es un ejecutivo…
…y el dueño lo mismo)
Un bolso se sienta a mi lado.
Lo agarran diez uñas pintadas
y un pulgar abrigado de oro.
Deslumbran las ninfas del Bershka
que se sonríen observadas
por la cuadrilla de ojos perplejos
de tres continentes distintos.

En Pozuelo el esquimal vegeta y tirita.
La tirita es del talón de Esperanza:
la sandalia derecha de la nueva pija.

A la altura de Las Matas
el convoy ha perdido quilates.
No es volátil ni alcista
(ni suena a parqué del señor Nikkei)
Ha cerrado el trato y se calla.
El silencio hace caja.
El C-10 ya no es de mercancías.

Cuando llego a Torrelodones
Pierdo de vista los shorts y su tetuda.
No sé dónde apuntar
y me miro en el cristal
(gilipollas despistado)
Colega,
sin carpetas, tirantes y tanguitas
nos quedamos en cuadro.

Politonos de a dos mensajes.
Baja el jodido reguetón. Duro.
Ya sólo viajan honradeces
y aquel señor y su botella vacía.

Y yo, que hoy no he bebido
ni soy honrado,
jamás sé dónde bajarme:
si con las niñas bonitas
o donde el amigo borracho.

Porque lo que sí tengo claro
es que los tipos honrados se duermen
nunca se apean en ningún lado.

miércoles, 2 de julio de 2008

Virgen blanca

Será verdad que no existe
y pasar las noches rogando
-la nada, la noche, el silencio-
es sólo cosa de superchería.

Yo adoro a una virgen blanca.

Blanca de pureza extrema,
alba de esbeltez contenida
y claro esplendor de imaginería:
tacto de madera noble,
brillo de yema de huevo
y lágrimas procesionarias
con destellos de luz de cirio.

A sus pies descansan mis ofrendas
que son todos mis pensamientos

Pero no la venero por casta
sino por ser carne,
No la honro por santa
sino por madre.

¿Devoción desviada?
¿Vocación blasfema?

Virgen de clara hermosura:
cuando la belleza sepa a justicia
sabré saborearla.

Maldito iconólatra:
viviré sólo para adorarla.

Retratos con palabras

Ando en vano intentando
nunca más ver tu imagen
y evocarte en palabras.
Que te adivino sombra
huérfana de paredes blancas,
que te intuyo contorno
a razón de unos pliegues
en las sábanas revueltas.
No, que aún creo tocarte
donde ya sólo hay vacío.

Ando ahora queriendo
Retratarte con unas palabras.
Palabras serpenteantes
como tus mechones dispersos.
Vocablos llanos y extensos
Como tu vientre estepario.
Términos de tacto húmedo
como tu sexo empapado.

Nombres de rasgos perfectos,
como aquel que un día alguien te puso.

Algo de música

¡Salud, canción pegadiza!
Notas y voces, suspiros
latiendo mi pulso a otro ritmo
como un sencillo Do-Re-Mi.

¡Abrazos, frenética orquesta!
aquella noche de verbena
amanecí burlando a la pena
tarareando un ni-no-ni.

¡Besos, mamá naturaleza!
por darme a ver a tu hija
que es armonía en si misma
hecha de música, Noemí.

Hace días

Hace días que el cielo no acierta
a asolear la tierra,
que la noche no es ya aquella
inmensa coartada de luna intensa.

Hace ya días, unos cuantos días
que los gobiernos no se entienden
y se amenazan con la guerra.
Correrá la sangre sobre esa tierra
de cielo desdibujado
sólo por lo de hace unos días.

Es que hace días que ya no me llamas
y sólo sé de ti que callas
sin mensajes, citas ni cartas.

Si siguen así las cosas como hace días
el mundo se irá a la mierda.
El tuyo, sí, pero más el mío
que no vivía de cielos, lunas o guerras
Sino de mensajes, citas y cartas.

Memoria

I
Llegaste cuando del color de la pena
amanecía el cielo sobre mi tejado.
Cuando los fragmentos de mi vida
se esparcían por una alfombra vieja
Y ahora te veo jugar con ellos
como un puzzle para niñas pequeñas
como si fuese fácil hacer muñecos de nieve sobre la arena.

II
Y apareces tú de un copo de nieve
de una centella
con una belleza tan honesta
que de honesta es perfecta.

Yo sonrío al suelo
Y escondo mis manos a la espalda
Temblando espero tu regalo

III
A mi alrededor
vuelas y vuelas y vuelas
con las formas de una ninfa
y los movimientos de un cisne.
Frente a ti
Yo sonrío y sonrío y sonrío
Con la ilusión de un niño chico
La ingenuidad de…

IV
Pero va a llegar un día amargo
En que ya no volarás en círculo
Te alejarás en línea recta
Y yo querré tener alas para seguirte
Pero mis brazos no podrán elevarme.

Mi tejado despertará otra vez en sombra
Mientras iluminas otro cielo
Y yo sólo podré decirte a la espalda lo que me enseñó Pere:
“Estaré enamorado hasta la muerte
y…”*

*Pere Gimferrer: La muerte en Beverly Hills, 1973