Bienvenidos a Cartas desde el pozo. Pronto se os acostumbrará la vista y confirmaréis que aquí las paredes rezuman agua insalubre y el suelo de cantos y guijarros entorpece el movimiento. Sin embargo, algunos hemos dado con un rincón donde sobrevivir. Allí sonreímos a la tragedia, labramos la ciénaga para cultivar comedias, y nos hemos conjurado para que el esperpento sea nuestra rutina. Seguidme y os conduciré hasta el lugar del que os hablo.

Todos arrojáis vuestros desperdicios al pozo: lo que os obsesiona, lo que no os atrevéis a mostrar, lo que no debería haceros reir pero inevitablemente os provoca carcajadas incontenibles... lo que os impide ser normales. Bajad y descubriréis que estáis descartando la mitad de vosotros mismos. Posiblemente, la mejor mitad.

El código del pozo

En Cartas desde el pozo sólo hay una regla: expresamos ideas, sensaciones y sentimientos por medio de palabras, pero evitamos la pedantería, la chabacanería o el exceso de afección.
Aquí caben todos los registros, pero no atormentes con tu tormento ni intentes hacer reír con esa broma que ahora triunfa en los bares. No buscamos eso.
Y a la derecha, Lo que cae al pozo, nuestra sección de objetos perdidos que merecen ser rescatados del olvido.

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cartasdesdeelpozo@ya.com

miércoles, 2 de julio de 2008

Retratos con palabras

Ando en vano intentando
nunca más ver tu imagen
y evocarte en palabras.
Que te adivino sombra
huérfana de paredes blancas,
que te intuyo contorno
a razón de unos pliegues
en las sábanas revueltas.
No, que aún creo tocarte
donde ya sólo hay vacío.

Ando ahora queriendo
Retratarte con unas palabras.
Palabras serpenteantes
como tus mechones dispersos.
Vocablos llanos y extensos
Como tu vientre estepario.
Términos de tacto húmedo
como tu sexo empapado.

Nombres de rasgos perfectos,
como aquel que un día alguien te puso.

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