Bienvenidos a Cartas desde el pozo. Pronto se os acostumbrará la vista y confirmaréis que aquí las paredes rezuman agua insalubre y el suelo de cantos y guijarros entorpece el movimiento. Sin embargo, algunos hemos dado con un rincón donde sobrevivir. Allí sonreímos a la tragedia, labramos la ciénaga para cultivar comedias, y nos hemos conjurado para que el esperpento sea nuestra rutina. Seguidme y os conduciré hasta el lugar del que os hablo.

Todos arrojáis vuestros desperdicios al pozo: lo que os obsesiona, lo que no os atrevéis a mostrar, lo que no debería haceros reir pero inevitablemente os provoca carcajadas incontenibles... lo que os impide ser normales. Bajad y descubriréis que estáis descartando la mitad de vosotros mismos. Posiblemente, la mejor mitad.

El código del pozo

En Cartas desde el pozo sólo hay una regla: expresamos ideas, sensaciones y sentimientos por medio de palabras, pero evitamos la pedantería, la chabacanería o el exceso de afección.
Aquí caben todos los registros, pero no atormentes con tu tormento ni intentes hacer reír con esa broma que ahora triunfa en los bares. No buscamos eso.
Y a la derecha, Lo que cae al pozo, nuestra sección de objetos perdidos que merecen ser rescatados del olvido.

Si quieres publicar o sugerir objetos, escribe a
cartasdesdeelpozo@ya.com

miércoles, 2 de julio de 2008

Memoria

I
Llegaste cuando del color de la pena
amanecía el cielo sobre mi tejado.
Cuando los fragmentos de mi vida
se esparcían por una alfombra vieja
Y ahora te veo jugar con ellos
como un puzzle para niñas pequeñas
como si fuese fácil hacer muñecos de nieve sobre la arena.

II
Y apareces tú de un copo de nieve
de una centella
con una belleza tan honesta
que de honesta es perfecta.

Yo sonrío al suelo
Y escondo mis manos a la espalda
Temblando espero tu regalo

III
A mi alrededor
vuelas y vuelas y vuelas
con las formas de una ninfa
y los movimientos de un cisne.
Frente a ti
Yo sonrío y sonrío y sonrío
Con la ilusión de un niño chico
La ingenuidad de…

IV
Pero va a llegar un día amargo
En que ya no volarás en círculo
Te alejarás en línea recta
Y yo querré tener alas para seguirte
Pero mis brazos no podrán elevarme.

Mi tejado despertará otra vez en sombra
Mientras iluminas otro cielo
Y yo sólo podré decirte a la espalda lo que me enseñó Pere:
“Estaré enamorado hasta la muerte
y…”*

*Pere Gimferrer: La muerte en Beverly Hills, 1973

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