Virgen blanca
Será verdad que no existe
y pasar las noches rogando
-la nada, la noche, el silencio-
es sólo cosa de superchería.
Yo adoro a una virgen blanca.
Blanca de pureza extrema,
alba de esbeltez contenida
y claro esplendor de imaginería:
tacto de madera noble,
brillo de yema de huevo
y lágrimas procesionarias
con destellos de luz de cirio.
A sus pies descansan mis ofrendas
que son todos mis pensamientos
Pero no la venero por casta
sino por ser carne,
No la honro por santa
sino por madre.
¿Devoción desviada?
¿Vocación blasfema?
Virgen de clara hermosura:
cuando la belleza sepa a justicia
sabré saborearla.
Maldito iconólatra:
viviré sólo para adorarla.
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