De buena mañana
Hoy me he levantado muerto.
No cansado, pero seco.
Con agilidad de felino, sí.
Con hambre atrasada. Correcto.
Pero no vivo. Más bien deceso.
Ya no me llega voluntad al cerebro
ni sube sangre a los ánimos
ni baja amor al intestino grueso.
Que de ancho se quedo en nada,
en entraña que se hace delgada.
Como cuando prometí confesarte aquello
y aquello quedó en simple abrazo.
Enjuto y esmirriado.
Y mi ilusión que no pasa.
A ratos empujo y parece que fluye,
pero las más de las veces se estanca.
Y se pudre y se hace veneno:
ponzoña para cargar la pluma
y escribir de buena mañana
que otra vez amanecí muerto.
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