Bienvenidos a Cartas desde el pozo. Pronto se os acostumbrará la vista y confirmaréis que aquí las paredes rezuman agua insalubre y el suelo de cantos y guijarros entorpece el movimiento. Sin embargo, algunos hemos dado con un rincón donde sobrevivir. Allí sonreímos a la tragedia, labramos la ciénaga para cultivar comedias, y nos hemos conjurado para que el esperpento sea nuestra rutina. Seguidme y os conduciré hasta el lugar del que os hablo.
Todos arrojáis vuestros desperdicios al pozo: lo que os obsesiona, lo que no os atrevéis a mostrar, lo que no debería haceros reir pero inevitablemente os provoca carcajadas incontenibles... lo que os impide ser normales. Bajad y descubriréis que estáis descartando la mitad de vosotros mismos. Posiblemente, la mejor mitad.
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